Ya se cumplen las primeras mil millas de este crucero mediterráneo. Y aún apenas hemos empezado a vivir la aventura.
Milla a milla se aproxima el momento: La llegada a Corfú, donde el sueño nació hace ya muchos años. El transito está siendo tranquilo. A excepción del parón de 4 dias en Tunez por mal tiempo, el resto ha salido según las expectativas. El barco se va comportando a la perfección, como no cabia esperar otra cosa del veterano Corfú. Las mejoras incorporadas ultimamente están mostrando su efectividad. Yo ya me he «desperezado» despues del parón invernal, ese que te deja nauticamente entumecido. Ahora mi Corfú y yo somos uno. Estas noches de navegación, noches sin luna, guardias en la oscuridad intensa, me han devuelto a la realidad, mi realidad, la mar, en su mas profundo y absorvente sentido. Las horas jugueteando con el radar me transportan a aquellos años de juvenil ilusión en los que aprendia todos sus secretos. Me digo a mi mismo… las vueltas que da la vida… Ahora las guardias me las «coloco» yo mismo y encima las disfruto. Disfruto de la navegación nocturna. Mar adentro, lejos, muy lejos, el estrellado se hace intenso. Lo inmenso se hace intimo. Todo parece reducirse a tu barco, la mar y su boveda luminosa. Y a veces, muchas veces, no hay mas…